Capítulo 22: 16 tipos de visitas

Aún recuerdo cuando mi madre limpiaba hasta los rincones más inaccesibles del piso porque venían mis abuelos a comer. Mi padre y yo nos cachondeábamos «¿En que momento crees que la abuela mirara el armario de la galería?, ¿Antes o después de los postres?» «¿Para que pasas un trapo por esas estanterías si la abuela no les llega ni a la mitad?

Con los años, empiezas a ver como los anuncios de productos de limpieza hablan de la situación «¡Corre corre, limpia las mamparas de la ducha que viene mi madre!». Entre estos y que empiezas a conocer a tu madre sospechas que el día de mañana acabarás igual.

Este es un post dedicado a los 16 tipos de visitas que uno recibe cuando vive solo (Seguramente si vives acompañado también):

  • El del Gas: Un día te encontraras un papelillo en tu puerta o en tu buzón diciendo «tal día a tal hora le vendremos a revisar la instalación del gas». Les importa un pimiento si trabajas, así que te las apañaras para recibirles y te lo pagarán diciendo que tienes un defecto «leve» y que si no lo arreglas te dejaran sin suministro. Corres y hablas con la inmobiliaria, el propietario, el «señor que lo arregla», la vecina y en definitiva con quien haga falta para que después no comprueben si lo arreglaste.
  • El falso del Gas: Dícese de un idiota que te intenta timar. No es de tu compañía, quiere que le enseñen las facturas y que le firmen cosas. Mándalo a la mierda y cierra la puerta. Si quieres hacerte el alternativo (felicidades) adelante, pero entérate bien de que estás firmando.
  • Tus padres: Es como pasar una y otra vez el examen del carnet de conducir. ¿Lo encontraran todo bien?, ¿Se fijaran en las servilletas?, ¿Que les hago de comer que no sea preparado ni tan elaborado que me de un ictus si algo falla?, ¿Repaso el armario de la galería? (Que suerte no tener galería). Yo sólo sé que cada vez que veo el piso un poco desmadrado, les invito a comer porque al momento me da por limpiarlo todo. Total… después tampoco es tan grave.
  • Los amigos: Si hay algo agradecido de invitar y recibir son tus amigos. A pesar de que intentes tener el piso decente para todo el que venga son aquellos que sabes que no te juzgan, que luego te ayudan a limpiar (o no) pero como mínimo se ofrecen y con los que realmente disfrutas la visita con tranquilidad.
  • Las parejas de tu edad: Te hace mucha il·lusión recibirles y tenerles en tu casa. Saber de ellos y pasar un buen rato. Sin embargo, es difícil no sentirte candelabro en tu propio piso en algún momento de la cena. Lo siento, es así.
  • El septuagésimo amor de tu vida: véase tu rollete actual. Sus visitas se convierten en una especie de mezcla entre las de tus padres y las de tus amigos ya que limpias el piso más que con tus amigos y menos que con tus padres pero también hay que tener en cuenta que te lo puedes pasar mejor que con tus amigos o peor que con tus padres. Depende de como esté el tema.
  • La palabra de Dios: ¿Por qué SIEMPRE llaman cuando aún estoy durmiendo?, ¡¿No ven que yo ya me estaba comunicando con Dios?!
  • La víctima: véase esa persona amigo o familiar que se acaba de pelear con alguien (pareja, amigo o familiar) y viene llorando a tu morada. ¿Por qué? Porqué si vives solo creen que estarás por ellos y no habrá nadie más que haga incómoda la situación. El único problema de las víctimas es que asumen que estarás de su parte. Eso, si no ha llegado el otro antes y acaban montando un sálvame de luxe en tu comedor.
  • La adorable: Esta es de mis favoritas. Cuando vienen los niños de la finca de al lado porqué se les ha colado la pelota. Su vocecilla por el interfono es matadora. «Se nos ha colado la pelota, ¿Puede abrirnos, por favor» Monisimos.
  • El inoportuno: Se trata de aquella persona que nunca te va bien que te visite. A aquella que le dices «¡Si, si, un día quedamos y te lo enseño!» Y sabes que eso no pasará. Puede ser cualquiera: un ex, un amigo que no se ha dado cuenta que ya no lo sois, un pesado, alguno de tus familiares… Que no te da la gana, que no quieres que venga, ¡Fuera!
  • La platónica: Esta podría ser aquella para la que siempre estarías preparada. Ejemplos de este tipo de visita serían… el vecino guapo que viene a pedir sal en paños menores, o tu mejor amiga que pasa sólo para charlar un rato. Son aquellas visitas que te da igual cuando sean, no piensas en ellas ni las preparas, pero siempre estas dispuesta a recibirlas.
  • La visita de tu vida: La visita de tú vida es aquella visita que siempre esperas y quizás no hayas invitado nunca. Se trata de alguien que tu sabes que si un día llama a la puerta, pararás tu mundo para recibir a esa persona. Puede tratarse de mucha gente, des del hermano con el que no te hablas a el amor de ese verano. Incluso, un ex con el que la cosa quedó en el aire o un primo al que hace demasiado que no ves. La visita de tu vida te la hará alguien realmente especial para ti.
  • El amigo de: Un caso extraño y en cambio, habitual es el de aquella persona que viene porque es amigo de un amigo tuyo y estaba «colgado y sin plan». Entonces tu amigo te dice «¿Se puede venir fulano?» Tu no le hubieras invitado, tampoco tienes ganas de frustrar a tu amigo… y mira, ahí está, cenando con vosotros en tu casa.
  • Tu pareja: Si tienes pareja estable y vives solo cada vez que te visita tienes el riesgo de acabar siendo invadido. Cometarios como «Me dejas un cajón para mis cosas» o «Oye porqué no quitamos ese cuadro y colgamos una foto nuestra» están a punto de llegar a tu vida.
  • Tu vecino: Tu vecino.

Hay que mencionar para los principiantes, que casi todas las primeras visitas parecen un examen. No sabes hasta que punto tienes que limpiar y/o arreglarte tú mismo en tu propia casa aunque con el tiempo le coges soltura al tema y las disfrutas más.

También es verdad que a veces te lo pasas mejor con tus padres de lo que esperabas. O que te puedes fustrar muchísimo cuando después de meses aparece tu hermano y en lugar de venir a hacer las paces viene a recriminarte algo…

Personalmente, me encanta recibir una visitilla de vez en cuando. Y aunque es verdad que prefieres que te avisen, una sorpresilla a veces da vida. A menudo no pregunto quién es en el interfono porqué (A) A veces no va y (B) Puedo pensar durante 30 segundos que se trata de alguien por quién pararía mi vida.

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