No me gustaría ser una de esas personas que hasta hace poco tenían una cinta de correr, vieron el anuncio de Wallapop y ya sabéis, Si no lo usas… MEEEEEEEC! Quién tuvo, retuvo y ahora se ha demostrado.
Sin cinta, sin pesas, sin bici, ¡NADA! ¿Qué hacemos? Hay que moverse y parece que lo de poner un video de Youtube y hacer deporte en casa… Sin embargo, ¿Quieres ser tú?, ¿Después de no sé cuántos meses de confinamiento saldrás de la cueva con 15 Kilos de más?
Total, con tal de evitarlo, en casa (jajaja, ¿Dónde si no?) he adoptado DOS medidas al respecto: Baile y Yoga. Veamos:
Baile:
Lo escogí porque me gusta. Los primeros días no sabía ni por dónde empezar, así que me inventé un juego: ¡Me queman los pies! Es fácil, te pones los cascos con la música a toda castaña, escoges una canción que te guste y el reto es que durante media hora, consigas que los pies toquen el suelo el menos tiempo posible. Con los días, coges el hábito y al final acabas bailando lo que te echen ^^
¿Problema? Mi querido felino no entiende qué pasa. ¿Cómo puede ser que no lo entienda si el primero en vivir confinado es él? Es más, el primero en echarse carreras diarias por toda la casa sin que nadie le diga nada también es él. En cambio, si lo hace el humano… el gato se levanta de su cuarta siesta, viene corriendo, te observa y le ves… lo está flipando.
Se eriza, se arquea, echa las orejas hacia atrás, TÚ te cortas un poco porque crees que se está asustando y de repente… “lo entiende”, ¡Mamá tiene un ataque epiléptico!
Empieza a ir de un lado a otro, ¿Qué pasa mamá?! ¿Otro Ataque? Y comienza la gimcana. Tú bailas, él se cruza entre tus piernas, tu corres, él se pone delante… te tropiezas con él, te cagas en todo, pero su amor es más fuerte, te persigue por toda la casa, se te lanza encima por detrás, se te cuelga del pantalón… TE BAJA el pantalón, y yo claro, no soy de cristal, intento demostrarle que todo va bién. Me paro, lo toco un poco, juego con él un minuto y vuelvo a lo mío, pero NO, ¿Sabéis qué es lo único que quiere??
Resulta que el gato se pirra para que ponga música para los dos (sin cascos), le coja en brazos (6 Kilos) y le de botecitos y vueltas por toda la casa hasta que se cansa. ¡Cuanto más movimiento mejor! Así que cada vez que bailo hasta que no consigue que le coja y le de su meneito de turno, NADA! ¿Qué le vamos a hacer? Es otra forma de hacer brazos.
Yoga:
Aquí sí, me he apuntado a la corriente: video de Youtube y clases en directo. Te pones la esterilla, conectas el canal, te sientas, cierras los ojos, te guían a través del pensamiento pasajero y… le oyes, se ha despertado de su quinta siesta.
Pequeños golpecitos avanzan hacia a tí. Paran. Abres un ojo y ahí está, mirándote. Le diriges un besito para que sepa que todo va bien. Parece que se percata.
Entonces la clase arranca y empezáis a hacer estiramientos: El niño (Balasana), te tumbas, cabeza empotrada en el suelo, ALGUIEN te huele. Su pequeña nariz te roza los brazos, te aguantas la risa mientras piensas Que mono se asegura que no me he muerto. Déjate, la chica de la pantalla ya ha cambiado de postura y ¡te apresuras! El Perro boca abajo, que se debería llamar el gato que cruza y te arrastra la cola por la cara, (era demasiado largo). El Saludo al Sol, tú te mareas porque has cambiado demasiado rápido de postura, él sabe que tiene rienda suelta para jugar con tu moño. Tú le apartas haciendo equilibrios, él te muerde la mano, no entiende a qué estamos jugando. Se ofende y se va.
Con el yoga lo tengo claro, no está preocupado, viene a joder. Porque cuando consigues hacer la otra mitad de la clase tranquila y finalizais con un poco de meditación, ¿Quién está ahí para embestirte el sobaco y que te un ataque de risa? ¿Quién te clava una uñita en el pie?
¡Mi niño! Con el que bailo y me relajo ^^
Suerte que no tenemos una cinta de correr en casa.
Venga que ya llevamos ¡la mitad de la mitad! Muack!!!