Roces a oscuras (Parte 2)

Me pongo los tejanos, cojo una linterna, barajo la posibilidad de ser la única tonta del bloque que sale a mirar si es la alarma es de su coche y abro la puerta de la escalera.

Cuando siempre que abres una puerta ves la misma estampa, el día que la abres y es distinta te sorprendes. El cerebro relaciona el gesto con la imagen a pesar de que la estampa pueda variar constantemente detrás de la puerta.

Me sorprende la total ausencia de luz en el rellano. Pienso «Es evidente hay un apagón». Voy a salir y no. Me lo repienso. Mejor cojo el móvil antes de salir. El móvil no tiene bateria… Entonces veo que el otro teléfono tampoco funciona. Si le sumas que en esta comunidad cuando gritas nadie te oye ahora mismo seria el sitio ideal para meter a una víctima de secuestro. ¡Pues nada! Me voy sin móvil.

Abro la puerta de nuevo. No me da miedo, le doy a la linterna y empiezo a bajar. No sé porque hay días que el cuerpo tiene miedo y dias que no (hoy no). Y como era de esperar, nadie por las escaleras.

Una vez llego a la calle, dónde si hay luz, pero ni un alma, camino unos pasos hacía la esquina guiándome por el ruido de la alarma, parece un sueño. Descubro que la sirena proviene de una clínica de la calle de al lado. Probablemente habrá saltado con el corte de luz. En fin, he hecho todo lo que podía hacer, así que me giro para volver y es en ese momento cuando vislumbro alguien en la puerta del bloque. No puede ser, ¡Dios tenía para todas! ^^

– Guapo: ¡Buenas noches!
– Andrea: ¡Buenas noches! No hay luz en los bloques.
– Guapo: Lo sé! Me he quedado sin luz en el parking, ¿Por que has salido de casa?
– Andrea (Calla que se preocupa por mi): Nada… quería saber si esa alarma provenía de mi coche.
– Guapo: ¡Ah, ok! Oye me podrías acompañar un momento al parking, se me han caído las llaves y sin luz he sido incapaz de encontrarlas.
– Andrea (Calla calla, esta es la mía): Si si, por supuesto.

Entramos en la boca del lobo. Nuestro parking es enorme porque comunica con varios bloques. De fondo, una luz de emergencia da la sensación como si hubiera una hoguera a kilómetros de distancia. Hablamos de aquellas cosas que hablan los desconocidos: la subida de sopetón de las temperaturas, que mañana es lunes, la alarma que no cesa… Se agacha frente a un coche blanco, le ilumino el suelo y desde ahí me dice.

– Guapo: No hace mucho que vives aquí, ¿No?
– Andrea: 7 meses
Se levanta llaves en mano, apenas le veo el rostro, pero esta cerca. La linterna se queda enfocándo el suelo.
– Guapo: ¿Sola?
– Andrea (Hay que tener cierta solidez estomacal para responder a eso a oscuras en un parking): Sola
– Guapo (muy seguro): Será porque eres exigente.
– Andrea (Si. Me estaba poniendo seca. Su tono entre seguro, impertinente y sensual me gustaba y desagradaba a la vez): Será.

Se abren las luces. Sus ojos castaños verdosos ya habían encontrado los mios antes de que eso ocurriera. No se aleja.

– Guapo (que empieza a sonreir): ¿No me diras que todos somos iguales?
– Andrea (Hay momentos que no sabes si estas en guerra o en preliminares): Me gusta pensar que no encontré al adecuado, alguno si que valía la pena.
– Guapo: ¿Y cómo sería el hombre adecuado?

Abro la boca. Voy a responder. No sé si él me va a dejar. No sé si yo me dejaré. Estoy entre «Mira… algo parecido a ti» o la verdad acompañada de un puñal. Sin embargo, sólo abro la boca y nos quedamos sin saber el resto. Lo sabríamos, si no fuera porque mi vecina, aparentemente sorda, y por lo que se ve también ciega irrumpe en nuestra escena precoital con un marujo:

– Montse: ¡Nenaaaa! Te estaba buscando. ¡Se ha ido la luz!

Tengo un imán para que me pasen estas cosas.

– Andrea (¿No me jodas?): Si, ya…
– Montse: ¿Estas bien?
– Andrea: Si si.
– Montse: Pues espera que cojo el móvil de la guantera y subimos las dos.

De pronto, Montse abre el supuesto coche del guapo y empieza a rebuscar. Yo me lo miro con cara de interrogatorio y el que ya va dándo marcha atrás me sonrie, me pica un ojo y se va. Yo que me lo miro con mi mejor interpretación entre «Seras jetaaa» y «jaja, ¡ya te vale…!» mientras que Montse vuelve a salir del coche.

– Montse: Va vamos a dormir que mañana hay que ir a trabajar.

¡Pero si esta en el paro! ¡¿Por qué me interrumpe??!!!

Consciente de que me acaban de tomar el pelo, contenta de que me lo hayan tomado y enfadada de que no me lo hayan tomado del todo, acompaño a Montse al bloque.

Entro en casa sin entender nada. La mitad de luces del piso estan abiertas. En la habitación Spiderman no está. Miro por todas partes. Me voy a dormir sonriendo y rezando, un poquito para 8 patitas no vuelva a aparecer y un poquito para que él si lo haga. Vaya tela, buenas noches.

(…)

Lunes 19:46 de la tarde

– Jana: ¿No era su coche? ¿Te engañó?
– Andrea: Diria que si. Quizás era el otro. Podríamos… darle un voto de confianza.
– Jana: A mi ya me cuesta confiar.
– Andrea: Tampoco es tan difícil, ¿no? Confianza y respeto. Si dos personas, sean o no pareja, cumplieran con ello, podrían llegar al fin del mundo, comérselo y volver ante la envidia de los demás. Eso es LO adecuado.

– Jana (Cara de «al enemigo ni agua»): ¡¿Que COMO sería el adecuado?! Le tendrías que a ver dicho «Pues el adecuado sería un tio íntegro, coherente y claro. Con unos principios macizos como sus brazos y capaz de entender que las infidelidades no le gustan a nadie, que tu familia (no te cae bien ni a ti pero es tu familia) y que por favor, ¡No venga llorando cuando ya la ha cagado! Es LAMENTABLE. Piensa antes y no lloraras después.
– Andrea: Sería un gran lema para la DGT. Oye pero él no tiene los brazos macizos ¡eh!, te me vas por las ramas.
– Jana: Bueno, no paguémos con él los errores de los demás.
– Andrea: No no, no lo hago. Aunque si Montse me hubiera dejado hablar lo hubiera parecido seguro.

Andrea: Sigo sin saber su nombre…ni donde vive. Eso si que es LAMENTABLE.
– Jana: ¿Y si se lo preguntas?
– Andrea: Ok, la próxima vez que me tome el pelo.

Roces a oscuras (Parte 1)

Cuando uno se va de casa, empieza a encontrar prescindibles cosas que nunca se pensaba. En mi caso fue (por estupefacción de mis padres) la calefacción. En el piso no había y… ya sabéis… hay que pagarla. Así que me compré una estufita y resistí hasta que llegó el verano.

¡Por Dios! ¡Nunca había deseado tanto que llegara el verano! Milagrosamente, poco a poco, el Sol empezó a apretar y las numerosas mantas que cubrían mi cama han ido desapareciendo hasta llegar a la plena felicidad de los 23 grados ambientales.

Des de entonces soy feliz. ¡Ole! ¡Ole el calorcito! ¡Ole el balcón! ¡Las camisetas de tirantes! ¡La luz a todas horas! Las ventanas abiertas y ¡Los bichos! ¡¿Los bichos?!

(…)

01:05 de la madrugada del lunes.

Znyiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii iiiiiiiiiiiiiiiiii iiiii iiiiiiiiiiiiiiii

Me despierto. No… Un mosquito no… no tengo nada para eso en el piso…ffff…

Nyiiiiiiiiii fiiiiiiiiiii iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Le noto oliendo su festín.

Más de uno no se hubiera levantado por eso, pero si sabes que para los mosquitos eres como Beyonce en ropa interior, merece la pena levantarse a matarlo y descansar ambos en paz. Así que me incorporo, abro la luz, pillo una revista y observo.

Lo descubro en lo alto de una de las paredes. Silencio en la sala, posición de guerra. En el ring mosquita hambrienta contra humana medio zombie. Me subo sigilosamente a la cama, pongo un pie encima de la estantería, percibo que con un solo golpe certero ganaríamos el primer round de la temporada. Lo sé, lo presiento. Hay días que sabes que vas a acertar. Apunto y… ¡¡Plaff!!

¡¡¡The chaaaaaaaampioooooonssss!!!

Me bajo de la cama rebosando orgullo. Dejo el cadáver en la pared. Lo quitaré mañana (así los demás ven que pasa si tocan las narices). Estaba dispuesta a dormir de nuevo cuando mi cerebro me avisa. Ha visto algo moverse a mi alrededor. Levanto ligeramente la cabeza, ojos como platos, piel erizada. ¡Oh no! ¡Por favor! ¡Eso sí que no! ¡Una inmensa araña haciendo tirolina aparece de la nada y va directa hacia mi cojín! ¿Pero por qué?? ¡Hay que hacer algo!! ¡Qué asco! ¿La golpeo? ¿La salvo y la tiro por la ventana? ¡Rápido rápido que como se meta por las sábanas acabo durmiendo en el sofá de la cocina! Me apresuro.

Cojo de nuevo la revista, intentaré hacerlo por las buenas primero, la pongo encima del cojín, esperando cautelosamente que termine su momento Spiderman aterrizando sobre ella. Cuando ya la tengo, ya casi esta, cuando aún manteniendo la distancia de seguridad íbamos a conseguirlo, Dios manifiesta estar claramente de su parte. Se oye una especie de “Bouuunng” general y me quedo a oscuras.

¡Ostia Manela! Deduzco a través de las no vistas de la ventana un apagón general en toda la isla de edificios. ¿En serio? ¿Era necesario? No importaría lo más mínimo un apagón en plena noche si no fuera por la individua que corre por la cama…

Me acerco a la ventana, una alarma de algo ha saltado y se ven numerosas lucecitas de móviles dando vueltas por los pisos. Nadie se hubiera enterado del apagón si no fuera por esa alarma.

Espero con cierta picaresca el grito de la de arriba, pero últimamente las sesiones le deben estar haciendo efecto y apenas se la oye.

¡Uep! Vuelve momentáneamente la luz, aprovecho para intentar detectar al arácnido durante ese breve instante, un giro veloz de cabeza, repaso rápido de la cama, no está dónde la había dejado, ¿Dónde estará? Me quedo a oscuras de nuevo. Facepalm. Me entra la angustia, me he dado cuenta que voy descalza mientras ocho patas deambula por ahí.

Nada. Comeremos algo antes no vuelve la luz. Tampoco tardaran mucho en arreglarlo, ¿No?

Ya en la cocina, obviamente a oscuras también, zapatillas puestas, bollo en mano, los minutos pasan, empiezo a pensar… ¿Y esa alarma que no cesa? ¿Habrán intentado robar algo o ha saltado con el corte de luz? ¿No será del coche? Mejor no bajar… ¿Y si nadie puede dormir por culpa de mi coche? No… no será… ¿Y si soy la única que puede pararlo y yo aquí comiéndome un bollo? El dilema moral me va mermando hasta que acaba conmigo. Total, en la cama quizás hay una araña, prefiero ir a comprobar el coche antes de notar sus patitas paseando por encima de mi piel.

Me pongo los tejanos, cojo una linterna, barajo la posibilidad de ser la única tonta del bloque que sale a mirar si es la alarma de su coche cuando podría estar pasando cualquier cosa ahí fuera y abro la puerta de la escalera. Me sorprende la total ausencia de luz en el rellano.